Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

miércoles, noviembre 28, 2007

Navidades en la Cañada

DENUNCIAS POR VIVIENDA







El 333 gira
en un tramo muerto de la glorieta de Conde de Casal y enfila la carretera de la playa, hacia Rivas-Vaciamadrid. El azul del cielo, grafiteado por rayas rosa, va apagándose en la luna delantera del coche. Rivas es una ciudad dormitorio agradable, con sus jardines acotados, sus esculturas en las glorietas y sus edificios de varias plantas. Tras rodear un colegio público, de ladrillo naranja, pasamos por encima de una pista de minibasket. Un terraplén es la puerta por la que entramos al sector V de la Cañada Real Galiana. Esta calle, como casi todas las del asentamiento, es un camino con charcos y piedras rodadas; las casas a los lados son desiguales, unas humildes, con una sola planta y paredes enjalbegadas, otras, más aparatosas, réplicas de chalés, con un murete, una reja y un jardín. El local donde se reúne la coordinadora de asociaciones es amplio, destartalado y frío. También acuden vecinos, fieles de la mezquita y compañeros de San Carlos Borromeo en su labor de cooperantes.

A grades rasgos, la Cañada Real tiene una extensión de unos quince kilómetros; abarca los términos de diferentes municipios -Rivas, Vicálvaro, Coslada-, pese a que gran parte se asienta sobre la vía pecuaria; la población crece a gran velocidad, pero los vecinos más antiguos creen que allí viven unas 40.000 personas -no hay censo oficial, ya que son viviendas ilegales, aunque sí asociaciones de vecinos, algunos de los cuales llevan más de treinta años asentados en esta zona, en sus casas, con sus vidas y sus trabajos, sin servicios y mal mirados por los que sí tienen certificada la propiedad del suelo donde habitan; y, según nos cuentan, la Cañada Real es, posiblemente, la zona de la comunidad de Madrid con mayor densidad de población infantil por metro cuadrado. "Entre rumanos, marroquíes, gitanos y payos, puede que haya entre 6.000 y 8.000", nos cuenta el presidente de la asociación del sector V, y sonríe con su calma bien ganada. "Las autoridades ahuecan el ala. Nadie quiere saber nada, y todos conocen de sobra los problemas que tenemos".

Llevan dos semanas sin luz y sin agua. Y sin una explicación oficial. Leo en una fotocopia del comunicado de prensa que emitió la comunidad parroquial de Santo Domingo de la Calzada (23/11/07): "(...) La situación de crisis humanitaria que viven desde el pasado miércoles cuando los enganches de suministro eléctrico se colapsaron. Desde entonces y a pesar de las demandas de los representantes de los vecinos y de esta comunidad parroquial, ninguna institución pública ha desarrollado ningún plan de actuación urgente para abordar esta situación, abocando a más de 250 menores a pasar dos noches con temperaturas de entre 2 y 4 grados bajo cero".

Unos creen que la versión oficial sobre la avería del generador ya no cuela, hace quince días puede que sí, pero "ya han tenido tiempo para solucionarlo si sólo se trataba de un problema técnico", nos dice una vecina que trocea una tableta de chocolate con leche. Y hay quien se malicia que como se aproximan las fiestas, y el alumbrado navideño chupa lo suyo, han cortado el suministro de la parte más débil, la que no puede reclamar sus derechos porque las autoridades no saben qué hacer con ellos. Al salir de la reunión, las volutas de vaho delatan que la temperatura sigue bajando. Pero, a pesar de lo penoso de la situación, nos despedimos con buen ánimo: vamos a hacer cosas juntos y a plantar cara a quien no quiere darla.

De vuelta en el autobús, mientras las luces relucientes de Madrid se reflejan en la pantalla oscura de la ventanilla, entrevista la ristra de naves industriales y edificios residenciales, siluetas reflejadas, bajo el arco de adornos navideños de luz, recordamos, canturreando en voz baja, el final de Plácido, la peli de Berlanga, recordamos el final, tan triste, del villancico: "Porque en este mundo / ya no hay caridad... / y nunca la ha habido, / y nunca la habrá". Como un coro de voces o un aldabonazo justo antes del último fotograma. Aunque de nuestra mirada lo que queda prendido sea que esto no es una película sino la vida real.

Etiquetas: , ,

Counter
Site Counters