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lunes, septiembre 21, 2009

La falta de crédito deja en el aire una de cada cuatro viviendas iniciadas

Ana I. Sánchez/ abc
Madrid


La crisis inmobiliaria está lejos de agotarse. La sequía de financiación ha agravado otro estadio la complicada situación por la que atraviesa el sector y tras mantener atenazada la compraventa de inmuebles tanto de primera como de segunda mano amenaza ahora la finalización de buena parte de las viviendas iniciadas hace ya casi dos años.

Según datos del sector a los que ha tenido acceso ABC, el 25% de las casas que se iniciaron en España hace alrededor de 22 meses no sólo aún no se han finalizado sino que distan mucho de poder hacerlo en breve. Muchas de ellas pertenecen a promociones iniciadas por inmobiliarias que hoy se encuentran en concurso, o a punto de pasar por este trámite.

Una situación que provoca drásticos recortes en las líneas de crédito que reciben las promotoras lo que les obliga a dejar «en terreno de nadie» costosas inversiones. Alimentando un vicioso círculo, los obras abandonadas contribuyen a deteriorar los estados contables de sus propietarios.

Pero también hay esqueletos inmobiliarios que pertenecen a promotoras que, de momento, logran capear el temporal. En este caso, las obras se encuentran ralentizadas como consecuencia de los menores ingresos que están percibiendo las compañías promotoras ante el desplome de las compraventas de viviendas.

Al tener menos caja, están espaciando los pagos a las compañías que construyen sus promociones por lo que el ritmo de las obras se está reduciendo considerablemente.

Paralelamente, esta parálisis se está dando la mano con la reducción del número de viviendas iniciadas contener la oleada de oferta esperada meses atrás y que, previsiblemente, provocaría un drástico ajuste de los precios y una rápida reactivación del mercado.

Desde 2008, cuando se inició la caída del coste de la vivienda, el abaratamiento ajustado a la inflación se queda en el 10%, frente al desplome del 20% que experimentaron los precios durante la crisis inmobiliaria de la década de los noventa.

De ahí, que las principales casas de análisis pronostiquen que el descenso de los precios será suave y prolongado. En concreto, la previsión más extendida entre los expertos es que el abaratamiento del coste de la vivienda se extenderá durante los próximos dos años, hasta el final del ejercicio 2011, lo que impedirá que el mercado de la vivienda se reactive hasta el año 2013.

Más desequilibrios

Según apuntan los expertos, los precios de las casas no están cayendo con la rapidez que correspondería a la crisis existente tanto en la economía nacional como en el sector inmobiliario y, por tanto, no se está produciendo el necesario ajuste de esta actividad. Por el contrario, los desequilibrios están aumentando. Y frente a las zonas costeras y los nichos de segundas residencias, protagonistas por excelencia de la burbuja inmobiliaria, donde se están concentrando las caídas de los precios ante al exceso de vivienda construida, las zonas de mayor demanda inmobiliaria empiezan a registrar signos de tensiones en la oferta.

En este círculo vicioso, los efectos colaterales no paran de aparecer. La paralización de promociones amenaza con dar la puntilla a los ya desfasados balances de los ayuntamientos y autonomías españoles más dependientes del sector inmobiliario, fundamentalmente, los concentrados en las zonas costeras.

Tras años de ingresos disparados a cuenta de la construcción residencial, las arcas de estas administraciones se están viendo rápidamente mermadas por la caída de las licencias de edificación, cédulas de habitabilidad, permisos de enganche y demás.

Ahora, además, tienen que afrontar incluso la devolución de licencias de edificación solicitadas y abonadas por compañías promotoras que han desistido de sus planes antes de poner la primera piedra.

La traslación de la crisis inmobiliaria a la economía real está dejando tras de sí un feo paisaje que será difícil redibujar una vez que el «crash» haya sido superado.

Como muestra un botón. Al ritmo actual, y si el sector no empeora más, el peso que tendrá la inversión en vivienda dentro del Producto Interior Bruto (PIB) del país retrocederá hasta los niveles de 1995 en el año 2011 y aún tendrá recorrido a la baja.

La pregunta es si tanto la economía como el mercado laboral españoles pueden asumir tan brusco desplome en tan sólo dos ejercicios.

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