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jueves, septiembre 10, 2009

La nueva sede de la Gerencia de Urbanismo de Málaga será un horno recalentado por el vidrio con un altísimo coste de refrigeración

elobservador

Del mismo modo que en un botijo se mantiene el agua fresca y en una botella de cristal el agua se recalienta, los edificios se adaptan al calor dependiendo de los materiales con los que se construyan. Así, las lamas de vidrio que recubrirán la nueva sede de la Gerencia de Urbanismo de Málaga (GMU) convertirán este edificio en un invernadero con un altísimo coste de refrigeración, advierten varios arquitectos y expertos en bioclimática.

El concejal de Urbanismo, Manuel Díaz, anunció durante la pasada feria de agosto que el coste de la nueva sede de la GMU que se construye en el paseo marítimo Antonio Machado se ha aumentado un 70 por ciento (de 19,9 a 30 millones de euros) porque el edificio se va a recubrir de grandes láminas de vidrio. Para justificar este serio desajuste en el presupuesto inicial, el arquitecto encargado del proyecto, Javier Pérez de la Fuente, argumentó que se trataba de “una fachada climática que se comporta como una piel viva que reacciona a las condiciones cambiantes del entorno” que supondrá un gran ahorro energético. Opinión muy diferente expresan los arquitectos y expertos en bioclimática y bioconstrucción.

Para el arquitecto sevillano Santiago Cirugeda, conocido por sus originales propuestas habitacionales (consultar www.recetasurbanas.net) el uso de vidrio en Andalucía es desaconsejable: “lo demuestra el nuevo edificio de la Diputación de Málaga, que necesita de una maquinaria de refrigeración que supone un gran aumento de gasto”, expone.

EL arquitecto Pablo Farfán Manzanares ha estudiado las soluciones de la arquitectura tradicional malagueña a los rigores del clima. La aplicación de estas propuestas (http://farfanestella.es/bioclimatica/?p=408) a proyectos como el edifico de Ciencias de la Salud de la UMA le ha valido varios reconocimientos. Especialista en rehabilitación y bioclimática, Farfán opina con cierta ironía que construir con vidrio “ahorra energía y es sostenible siempre que el edificio este situado en la latitud de Helsinki”.

“Un edificio de fachada de vidrio funciona como un invernadero, es decir, deja entrar la luz solar (radiación) e impide que salga el calor que emiten los materiales del interior al recibir esta radiación (efecto invernadero). La mejor manera de ahorrar energía en una edificación situada en la latitud que se encuentra Málaga y a nivel del mar es haciéndola envolvente con mucha masa (que acumula el calor, impidiendo que entre en verano y que salga en invierno) y limitando la entrada de radiación solar (o lo que es lo mismo: dando sombra). El vidrio no cumple ninguna de estas dos características”, explica Farfán, que en esta misma línea abunda: “el hecho de que haya una doble piel sería bueno por la protección solar pero eso no se consigue con unas lamas de vidrio por mucho que se muevan. Evidentemente el hecho de que estas se muevan es positivo, pero la explicación aportada parece una broma, es como decir que para ahorrar energía abrirán las ventanas cuando haga calor. Evidente, para eso no se necesita una estación meteorológica ni ningún carísimo sistema eléctrico de movimiento de lamas”.

Los argumentos de Pablo Farfán y Cirugeda también son compartidos por su colega de profesión Kusha Ghoreishi, uno de los socios del estudio de arquitectura Quark situado en el PTA de Campanillas y especializado en biodomótica. Si bien Ghoreishi precisa que antes de juzgar un proyecto de estas características habría que conocer la documentación técnica, sostiene que construir con vidrio en Andalucía “no es ecológico, puede tener sentido en invierno, o en ciudades como Berlín, porque el vidrio deja entrar el calor y no lo deja salir. Aquí nosotros no somos muy partidarios de utilizar cristal”.

Por su parte, Rafael Cintora, responsable de www.bioconsur.com, una empresa andaluza centrada en materiales de bioconstrucción, no duda en calificar de “barbaridad” la profusión de nuevas edificaciones de vidrio y cristal en estas latitudes “porque es una moda y se quiere ser moderno sin tener en cuenta criterios de eficiencia energética. Estos materiales son captadores de luz y calor. En Andalucía, la arquitectura tradicional enseña lo que luego han demostrado los estudios científicos, que es la masa térmica, para entendernos, el ancho del muro, lo más recomendable para enfríar la casa en verano y conservar el calor en invierno”.

Además de lo inadecuado del material, todos los expertos consultados coinciden también en señalar que la orientación sur del edificio es también errónea desde el punto de vista del ahorro energético ya que es la que más horas de luz recibe, siendo preferible la orientación norte o el aprovechamiento de espacios de sombra con árboles o construcciones aledañas.

EL arquitecto encargado del proyecto, Javier Pérez de la Fuente, no ha contestado a las varias llamadas que EL OBSERVADOR le realizó la pasada semana.

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