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lunes, enero 18, 2010

Así es el nuevo Patio Maravillas

Toni Garrido, portavoz del centro, muestra a ABC.es la nueva sede en el día de su inauguración

Madrugón «okupa» en Malasaña para impedir un desalojo

abc.es / LUIS MIGUEL L. FARRACES MADRID

El del Patio Maravillas ha resultado ser un desalojo ciertamente atípico. Apenas unas horas después de la llegada de la Policía a la calle Acuerdo número 8, los distintos colectivos que vertebran el centro social hicieron los bártulos y procedieron a «okupar» una nueva sede situada a exactamente 420 metros de la anterior. El nuevo espacio del Patio, en la calle Pez 21, abrió ayer sus puertas a los nuevos vecinos, entre los que, por cierto, se encuentra Esperanza Aguirre.

A las 12 de la mañana, justo dos horas antes de que el nuevo Patio ofreciese un vermouth a la gente del barrio para explicarles qué han venido a hacer a la calle Pez, Toni Garrido, portavoz del centro, acepta de buena gana a hacernos un 'tour' por el nuevo edificio. «Ha sido una semana y media de trabajo muy duro, pues el edificio estaba apuntalado y por eso aún no tenemos abiertas todas las salas», reconoce.

Como bien explica Toni, el nuevo espacio es «muy diferente al anterior». Pocas cosas recuerdan a la corrala de la calle Acuerdo, pues el edificio «okupado» es un antiguo bloque de viviendas vacío propiedad de Procasa, empresa en concurso de acreedores. «Es un lugar con más metros cuadrados pero más complicado de aprovechar», señala. Y es que los espacios diáfanos no abundan, algo que condicionará de algún modo el normal desarrollo de las actividades.

Mientras muestra los estragos de un abandono de apenas siete años, Toni sonríe cuando le preguntamos hace cuánto habían echado el ojo al edificio para estar preparados ante un posible desalojo y si había otros candidatos a convertirse en la nueve sede. Aunque prefiere no pronunciarse al respecto, lo que sí que parece quedar claro es que, si vuelve la Policía, el colectivo ya tiene un Plan B. «Dentro de nuestras opciones siempre está la búsqueda de nuevos espacios, y como la cantidad de edificios de este tipo en la zona centro es tan grande, está claro que de producirse un desalojo seguiríamos con el proyecto allá donde fuera posible.»

La conexión entre el Patio y el Ayuntamiento

Mucho se ha escrito esta semana sobre los contactos entre el Ayuntamiento y el Patio Maravillas para llegar a un acuerdo que posibilitase que el centro pudiera seguir ofreciendo sus actividades culturales en Malasaña. Toni reconoce que los contactos continúan a pesar de que las propuestas resultan «abstractas» y poco atractivas para el Patio. «Los últimos contactos fueron el jueves con el concejal del Distrito Centro. El Ayuntamiento parece tener voluntad, pero no se avanza en las negociaciones. Nosotros lo que planteamos en un principio fue la expropiación del edificio de Acuerdo 8 y su cesión a la ciudad a través de nuestro centro. También se ha hablado de una permuta de un edificio privado por público o de la cesión de un solar para iniciar la autoconstrucción de un nuevo espacio», señala. A pesar de la forzada marcha de Acuerdo 8, el Patio «espera que el Consistorio mantenga su promesa de mantener la finca como espacio social.»

Se acercan las dos de la tarde, hora fijada para el vermouth informativo, y la calle está repleta de gente alrededor de Pez 21. La mayoría de los vecinos sabe quién es la gente del Patio Maravillas, aunque todavía hay algún despistado que piensa que el cotarro lo ha montado el Ayuntamiento o la Comunidad. «Cuánta gente. Que se lo lleven a casa de Esperanza Aguirre, que vive ahí en el 12, que se lo lleven allí», comenta una señora.

Ambiente mayoritariamente positivo entre los vecinos

En general, los vecinos parecen haber recibido con los brazos abiertos a la gente del Patio y a la 'vidilla' cultural que le darán a la zona. No obstante, los 'veteranos' del barrio recelan de la cantidad de ruido y del tipo de gente que atraerá el nuevo espacio. «Veremos si no se llena esto de droga», comenta un vecino. «Espero que dure lo menos posible.» Sin embargo, lo que más rechazo causa a priori es la naturaleza de la sede. «En esta sociedad todos tenemos que pagar una vivienda y estos van directamente «okupando». No me parecen mal las actividades que hacen, pero me parece algo ilegal que 'okupen' casas», comenta otra vecina.

Justo al lado de ella está la otra cara de la moneda. La protagonizan dos hermanas rondando la cuarentena. Ellas nacieron el edificio de Pez 21 y están «encantadas» de que hayan recuperado su casa porque sitios como este están condenados a morir. «Ha sido muy emocionante volver a visitarla, está muy deteriorada pero la estructura permanece igual», comentan.

Para los que siguen recelosos, Toni pide una oportunidad. «Nosotros no hemos venido por un interés propio, sino a ofrecer un punto de encuentro y actividades a los vecinos.» Unas actividades que ya se van retomando y que pasan por cursos de idiomas, coros, talleres, juegos para los más pequeños, música... Lo que aún está por ver es si serán capaces de conquistar a los vecinos más tradicionales. «Para los que nunca han ido a un centro social como éste, quiero decirles que nosotros somos gente normal, dentro de todo lo normal que se puede ser, con las alegrías y preocupaciones del resto de la gente.» En poco tiempo podrá verse si esa normalidad de la que habla Toni encaja dentro del canon de los vecinos de la calle Pez.

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