Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

martes, junio 10, 2008

Miguel Brieva (dibujante gráfico): “Es más fácil señalar el engaño que indicar el camino acertado”

Martín Cúneo/ diagonal

Miguel Brieva lleva más de una década retratando la sociedad del hiperconsumo, un mundo donde el progreso avanza a costa de casi todo... En el centro, el dinero, protagonista de las cinco ediciones de la “revista de poética financiera” que ahora se publica en un solo tomo.

DIAGONAL : En la vidriera de la FNAC se expone ahora la recopilación de Dinero. ¿Se ha cumplido aquello que decías en una de tus viñetas de que “la gente se pirra por los señores con corbata” ?

MIGUEL BRIEVA : La crítica social, admitámoslo, se ha convertido también en un producto más, en un lugar común. Existe por tanto una mayor demanda que se da en paralelo a un pequeño auge del cómic y la novela gráfica, lo cual permite que estas publicaciones lleguen a mucha más gente.

D. : ¿Y aquello que salía en la misma viñeta de que “habrá que solucionar lo de las viñetas excesivamente negativas” ?

M.B. : No creo que haya cambiado gran cosa, aunque tampoco es que me llene de orgullo el pesimismo, sino más bien lo contrario. En las páginas de Dinero se han abordado numerosos aspectos de nuestro mundo, y creo que en conjunto transmite una imagen bastante global de cierto estadio del capitalismo. Seguir perforando en esta misma dirección daría lugar a repeticiones, como de hecho ya me ha pasado, y eso, además de decepcionante para el lector, es aburrido para mí. Creo que el reto actual, aparte de afinar en la denuncia de este desastre cotidiano que es la vida humana, es ir hacia un nuevo imaginario que contrarreste el aluvión permanente de la publicidad y los medios y presente otro mundo posible. Para que se dé un cambio es preciso que la gente antes ‘se lo imagine’.

D. : ¿Te han censurado alguna vez ?

M.B. : Tan sólo una vez me han pedido que modifique una viñeta porque mencionaba un tanto cáusticamente a una de las empresas anunciantes de la revista en que se iba a publicar. Tal vez esa sea la forma más esencial de censura en la actualidad: di lo que quieras, pero nunca ataques a la mano que te suelta la pasta, aunque sea la más terrible de todas.
D. : ¿Crees que los mensajes críticos en medios conservadores, como los de El Roto o los tuyos en El País, pueden llegar a ser contraproducentes ?

M.B. : Podría ser, y a menudo pienso en ello. En todo caso, agradezco abrir el periódico y encontrarme con El Roto, que a menudo contrarresta él solo el mensaje de todo el resto del diario. Y agradezco también encontrarme de cuando en cuando con un artículo de Ferlosio, por ejemplo. Por otra parte, puede que esto no sea sino el subterfugio con el que estos grandes medios justifican su pretensión de libertad y pluralidad. ¡Quién sabe qué pesa más!

D. : ¿Por qué crees que despertó tanta polémica el primer libro de texto para la asignatura Educación para la Ciudadanía que ilustraste ?

M.B. : El primer libro sirvió de ariete para que el PP y sus medios afines acusaran al Gobierno de ultraizquierdismo, lo cual por grotesco que resulte no deja de ser inquietante. Sin embargo, lo más preocupante ha sido el vacío informativo en torno al libro en medios como El País, dado que lo que plantea es una crítica no tanto contra la asignatura, sino contra su vacuidad. Carlos Liria decía : “Así que quieren contar lo que es un Estado de derecho; pues bien, vamos a describirlo minuciosamente, y luego vamos a compararlo con aquello en lo que dicen que nosotros vivimos, a ver qué pasa”. Ahora acaba de salir una nueva versión, como libro de texto propiamente dicho, ampliado, con más dibujos y gráficos, y a color. Lo que está por ver es si habrá maestros dispuestos a usarlo como manual en clase, que sería nuestra máxima aspiración.
D. : Muchas de tus viñetas toman como punto de partida la publicidad estadounidense de los años ‘50. ¿Se parece aquella sociedad a la nuestra ?

M.B. : Nuestra sociedad es una prolongación de aquélla, pero sin el optimismo futurista de entonces, cuando se pensaba que en pocos años los coches volarían e iríamos al trabajo en un helicóptero personal. La realidad es que ha habido avances considerables a nivel tecnológico, pero ya conocemos a qué coste: el propio planeta. A pesar del descomunal y constante esfuerzo de los medios de masas, es difícil mantener esa fe ciega y entusiasta en el progreso y la producción cuando sabemos el precio homicida que hemos de pagar a cambio de todas estas bagatelas.
D. : ¿Por qué nunca dibujas caricaturas, personajes o políticos reconocidos ? ¿Es una forma de que tus dibujos sean más atemporales ?

M.B. : Sí. Yo me identifico más con El Roto o con Quino, que abordan la actualidad tomando de ella lo esencial, de tal manera que su trabajo será de interés incluso dentro de muchos años. Hablar de los personajes concretos de la política, aparte de convertir tu trabajo en meramente coyuntural y por tanto potencialmente caduco, da una trascendencia innecesaria a unos individuos que no tienen ningún interés, y que por lo general representan a lo peor de la especie. Esta gente, políticos, empresarios del espectáculo mediático, carecen de enjundia, son meros títeres, intercambiables unos por otros. Más de una vez he estado tratando de dibujar al presidente del Banco Mundial y me ha acabado saliendo el ministro de Interior de Bélgica, clavadito.

D. : ¿Tu trabajo tiene una intencionalidad política ?

M.B. : Creo que hay dos intenciones de fondo en todo lo que hago. Una es más primaria, puramente egoísta, de desahogo creativo, y la otra responde a un deseo de transformación de la realidad. Diseccionar nuestro modo de vida no tiene otro propósito que incitar a la reflexión personal y a la acción colectiva. Otra cosa es que sea infinitamente más sencillo señalar el engaño que indicar el camino acertado. Ahí precisamente está el desafío. Hay que empezar a plantear seriamente, con mucha imaginación, un modo alternativo de vivir en el mundo.

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