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lunes, octubre 29, 2007

'Jacuzzi' y barbacoa en la Cañada Real

Álvaro Corcuera y Mónica C. Belaza
elpais


El macroasentamiento ilegal incluye un barrio con hotel, bares, naves industriales y chalés

"Una habitación con confort, ducha y tele, 40 euros. Y con mucho confort, lo mismo, pero en más espacio, 50". Son los precios de La Mancheguita, un hotel de Coslada situado junto a la M-45 que se anuncia con un inmenso letrero rojo en la azotea. Alrededor, en la calle de Santiago, hay casas, bares, naves industriales, alguna empresa. Gente paseando y tomando el sol en sus patios y jardines. Un barrio normal, aparentemente. Pero todo es ilegal. La calle forma parte de la Cañada Real Galiana, la vía pecuaria en la que a pesar de que está prohibido construir, se calcula que viven unas 40.000 personas y en la que el derribo de la casa del marroquí Abdul Ghailan hace 10 días desembocó en una batalla campal. Saldo: 41 vecinos y 30 policías heridos.

Esta zona de la Cañada, que pasa por Coslada, Vicálvaro y llega hasta Rivas, no tiene nada que ver con las otras. Son casi todos españoles -con algún portugués y un par de familias rumanas que viven de alquiler- y viven en chalés de dos, tres y cuatro plantas con amplios jardines, perros que vigilan y lujosas puertas y verjas. No hay vendedores de droga ni yonquis espectrales pinchándose en la ingle junto a la basura, como en el camino a Valdemingómez. Tampoco trabajadores marroquíes y españoles viviendo en casas humildes, como en el tramo de la casa derruida, el llamado sector V. La Cañada es muy heterogénea, y ésta, la rica, es muy distinta, aunque toda la vía comparte lo más básico y esencial: nadie tiene derecho a vivir donde vive. Pero a los habitantes de esta zona, por ahora, no les echan.

A lo largo de esta vía, las lujosas casas tienen incluso nombre: Casa Itziar, Villa Nuño.... Como en cualquier pueblo español, hay varias tabernas a ambos lados de la calle, mal asfaltada a veces y sin asfaltar la mayoría, siempre llena de baches. En la asociación de vecinos tienen contadas 315 parcelas. Nadie diría que no es un barrio más de algún municipio sino fuera porque son ilegales la electricidad que alimenta enormes televisores con cable y el agua que beben. Usan enganches clandestinos a Unión Fenosa y el Canal de Isabel II y el alcantarillado lo han hecho y pagado entre los vecinos. En esto coinciden con sus conciudadanos de las otras cañadas.

La ilegalidad baja los precios. Mientras un chalé de 300 metros cuadrados en la cercana Rivas-Vaciamadrid ronda los 600.000 euros en el mercado, en la Cañada rica "se cede" (casi nunca se utiliza el término "se vende" porque no hay escrituras públicas ni derechos legales de propiedad) una casa parecida por apenas 120.000 euros. "Tres plantas, 700 metros de terreno, huerto, barbacoa, fuente... ¡y tiene hidromasaje en el primer piso y el segundo!", anuncia el dueño de uno de los chalets del barrio. Los rumanos Rares y Juliana viven en una casa de unos 40 metros por la que pagan 200 euros al mes de alquiler. Se vive bien por poco dinero, pero siempre con el riesgo del desalojo.

Los vecinos están más que asentados en la zona. Los huertos empezaron a plantarse y las casas a construirse hace 40 años, y nadie se toma muy en serio que les vayan a echar de allí. Piden coherencia al Estado y señalan que no puede cambiar de criterio de la noche a la mañana. Las casas están catastradas y la mayoría de los vecinos paga religiosamente cada año el impuesto de bienes inmuebles (IBI).

"Llevamos aquí más de 30 años", señala el dueño de uno de los restaurantes de la calle de Santiago, con menú del día a nueve euros entre semana y 10, sábados y domingos. "La Comunidad y el municipio lo saben y nos cobran impuestos, así que ahora no nos pueden echar a la calle. Tendremos que negociar".

Aunque las condiciones vitales de estos vecinos de la Cañada son diferentes de las del resto, las reivindicaciones coinciden. "¿Cuál es el problema de que cambien el trazado de la vía pecuaria y nos vendan estos terrenos?", se pregunta el presidente de la asociación de vecinos. "Queremos pagar el suelo, la luz y el agua. No queremos seguir siendo ilegales. Grandes partes de Coslada y también de Rivas eran antes Cañada Real y se han legalizado. Nosotros llevamos aquí mucho tiempo y tenemos más derecho que nadie", dice este hombre, que viste con ropa de marca y trabaja con un camión enorme y reluciente. Los vecinos aseguran estar negociando la legalización del suelo con la Dirección General de Agricultura de la Comunidad de Madrid, titular del terreno, y que les han pedido que presenten una propuesta por escrito.

Los recientes derribos del sector V han metido miedo a la gente: hay muchos carteles de "se vende" o "se cede". ¿Cuál es el método de pago del chalé? "De la mejor manera", responde escueto un vendedor. Hay que hacerlo todo a través de contratos privados y sin hipoteca de por medio, claro. En su voz se nota la urgencia. "¿Te interesa? ¿Cuándo quedamos para que lo veáis? ¿Ahora?", pregunta nervioso. Al día siguiente vuelve a llamar y a preguntar lo mismo.

El concejal de Urbanismo de Coslada, Antonio Murillo, critica, precisamente, a aquellas personas que alquilan sus viviendas o pabellones y a las que tienen algún negocio en La Cañada (como La Mancheguita, hay decenas de bares o naves de ferretería y chatarrería). "Están ocupando un suelo ilegal y habrá que dar alguna solución. La ciudad debe tener cierto orden", explica. Para dar solución al lío (Murillo reconoce que es complicado porque hay centenares de casas y negocios en la Cañada), él cree que hay que ver los casos uno a uno: "No es lo mismo el que se está lucrando que el que tiene allí su única vivienda. A esos habrá que realojarlos".

La Cañada, en su conjunto, se ha convertido en un problema -con un inmenso hipermercado de droga como telón de fondo- del que nadie se hace responsable. Municipios, Gobierno regional y Estado central se echan la culpa de este desaguisado consentido. El suelo es dominio público y la Comunidad tiene la titularidad. Los municipios, las competencias urbanísticas y la Delegación del Gobierno en Madrid es la encargada de controlar la delincuencia y el tráfico de drogas. Los Ayuntamientos de Madrid y Rivas han pedido al Ejecutivo regional que se cree una comisión sobre la Cañada Real. Coslada se ha sumado a la propuesta. De momento, sin respuesta.

"Al final, como siempre, acaban echando a la calle a los más débiles", señala una de las vecinas de Rivas que se manifestaba ayer a favor del derecho a la vivienda de los habitantes de la Cañada. "Tiran la casa de un albañil marroquí. Y seguro que no para salvar una vía pecuaria que no usa ni una oveja, sino para construir en esos terrenos. No se atreven con los grandes vendedores de droga ni tampoco van donde sólo hay españoles. Siempre pringan los mismos".

Mientras, en la Cañada rica la vida pasa tranquila y un par de coches descansan en el aparcamiento de La Mancheguita. Los dueños estarán pasando la noche en alguna de sus habitaciones. Con su confort ilegal, normal o superior.

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