El papel de las agencias de ráting en la crisis
Parece obligado intentar buscar culpables a esta crisis financiera, que comenzó con la caída de las hipotecas subprime en Estados Unidos y que está provocando un brutal desplome bursátil. El Ibex ha perdido casi un 7% en una semana y el miedo se ha adueñado de los inversores. Las autoridades monetarias han puesto en el punto de mira a las agencias de calificación –Moody’s, Fitch y Standard & Poor’s– por haber otorgado una alta calificación a instrumentos de deuda problemáticos y por no reaccionar a tiempo revisando su ráting.
Es lógico que la Comisión Europea quiera saber el motivo por el que algunos bonos vinculados a estas hipotecas obtuvieron un ráting tan alto y por qué no se revisó a la baja la calificación de otros, pero la labor de las calificadoras no es predecir cuándo el precio de un bono va a caer. Su evaluación se basa en la fortaleza financiera de un determinado prestatario y la posibilidad de que se asuma una deuda. Un inversor profesional que compra bonos basándose única y exclusivamente en una calificación merece el despido.
Existe un conflicto de intereses entre las agencias de calificación. Facilitan rátings a los inversores, pero sus servicios los pagan los bancos y corporaciones que emiten los bonos. A los emisores les interesa obtener la máxima calificación, por lo que se dedican a comparar precios entre las agencias hasta que dan con el mejor postor. Aunque el conflicto es conocido, hay poco que se pueda hacer para resolverlo. La solución, acabar con los vínculos financieros entre emisores y agencias, escapa al control de Bruselas.
El mercado de las hipotecas de alto riesgo es nuevo, por lo que no existen precedentes que ayuden a entender cómo han reaccionado los prestatarios en crisis anteriores. La mayor parte de la información se la han facilitado a las calificadoras los mismos bancos que están interesados en vender los bonos. La pregunta es si los datos eran lo suficientemente contundentes para justificar las calificaciones, si se realizaron advertencias y si los bancos transmitieron información precisa. En cualquier caso, no hay duda de que las calificadoras han sido demasiado optimistas con respecto a los fondos de alto riesgo.
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