Fernando Martin. Ese loco bajito que, ¿salvará Fadesa?
S. McCoy/ cotizalia
del blog 'Valor añadido'
“Cuando tengas un problema, no te sientes, resuélvelo”. Llegó antes de la hora y se marchó más tarde de lo inicialmente previsto tras consultar sus citas en una agenda de bolsillo tradicional. Vestido a la vaticana, camisa blanca, corbata amarilla, desplegó una verborrea desconocida en quien esto escribe, empeñado en aclarar hasta el último matiz cualquier cuestión que la redacción de El Confidencial le planteara.Ni una llamada de teléfono en toda la conversación. “Cuando tengas un problema, no te sientes, resuélvelo”, fue su declaración inicial de principios. Una guía de actuación que le ha llevado, según afirma, a trabajar catorce horas diarias desde que cerrara la compra de Fadesa en el otoño de 2006, domingos y fiestas de guardar incluidos.
Un espíritu de lucha que a servidor le ha recordado el de Arnau Entanyol, el protagonista de ese más que afortunado remedo de Los pilares de la tierra que es La Catedral del Mar. 52 horas sin dormir le costó cerrar la financiación de la operación en su día. Está dispuesto a pasar otras tantas si con ello permitiera que el proyecto que tiene en la cabeza para la Martinsa ampliada que dirige se culmine. “Cuando tengas un problema, no te sientes, resuélvelo”. No está mal para empezar.
Lo que calla es lo que cuenta
Como siempre ocurre con estos encuentros con la prensa, el interpelado vale, en muchas ocasiones, más por lo que calla que por lo que cuenta. Sin embargo, hubo perlas muy pero que muy interesantes. A veces no hacía falta ni leer entre líneas. Explícito afirmó que “compraría Fadesa hoy otra vez a ojos vendados, un acuerdo que cerré sin saber si tenía el apoyo de los bancos”.
Ni un ápice de duda en un discurso bien aprendido a fuerza de repetirlo. Paradójicamente Martín se presentó ante nosotros como el salvador de la compañía que fuera de Jove. “Nos encontramos con una estructura vertical idónea para el cambio de ciclo, en el que el exceso de oferta hace que la satisfacción del cliente pase por materializar sus necesidades individuales. Sin embargo, no había gestión, y en un momento como el actual, lo habría pasado mal”. Y otra vez el acelerón explicativo que hace que su poblado flequillo se mueva al compás de sus declaraciones. En un año y medio, 14 planeamientos urbanísticos sacados adelante, 67 suelos que han cambiado de estado (más de ocho millones de metros cuadrados), reducción del bruto a tan sólo el 4% de la cartera total y… 2.552 viviendas que ha tenido que sacar de la cartera de Fadesa por no ajustarse a la normativa lo que ponía en riesgo su viabilidad. ¿Y Jove, el Salvador? “Ha comprado los suelos que yo he querido”. Quien tenga oídos para oír que oiga.
Papel y lápiz
¿Miedo a la financiación? Sin duda. “La situación es mala, no se puede negar”. Sin embargo, Martin, se revuelve sobre sí mismo, se vuelca sobre la mesa, toma papel y lápiz y reanuda sus explicaciones. Apresuradamente, sin apenas tiempo para digerir un croissant que se zampa en dos bocados tras mojarlo oportunamente en el café.
“No nos preocupa marzo. El pago del trimestre lo tenemos asegurado. Ya cancelamos 603 millones de euros de deuda entre septiembre y diciembre. Lo que queremos es cerrar cuanto antes la refinanciación de los 2.500 millones que vencen en septiembre. Necesitamos estabilidad y centrarnos en el negocio. El 40% de nuestro suelo no tiene cargas, está comprado muy barato, lo que nos permite competir en el entorno actuar y desarrollar VPO de forma rentable, y hay 1.500 millones de existencias en el balance que se podrían activar. De nuestra cartera de vivienda, están pendientes de escriturarse 2.400 millones de euros y no esperamos cancelaciones masivas de unos clientes que han abonado cerca del 20% del importe del piso y el IVA correspondiente a la totalidad. Vamos por el buen camino pero los bancos han de colaborar y diferenciar entre unos negocios y otros porque no todos somos lo mismo”. A uno, que tiene callo, le cuesta seguir la ametralladora de datos. “A día de hoy es que no te financian ni el circulante”.
Como principal impulsor del G-14 estuvo comedido con la competencia pero crítico con los bancos como ya reflejara el pasado viernes El Confidencial.
Tres matizaciones, no obstante, fueron del interés de este McCoy, siempre, como él, “dispuesto a aprender, desde la humildad”, bonito leiv-motiv para una vida. Primero, afán de distinguirse de otras entidades a los que crujen, simultáneamente, el negocio y el mercado. “Mis acciones están en garantía de los créditos de la sociedad pero no afectas a ningún tipo de clausulado adicional que pueda llevar a una venta acelerada”. Algo parecido a las acciones de Cintra que respaldan el préstamo de Ferrovial Infraestructuras en BAA.
Segundo, confirmación de una sospecha. “No hay renovaciones de créditos expresos por parte de la banca, no hay acuerdos de prórroga firmados, sino miedo a ejecutar porque las posibilidades de recuperar algo de lo prestado es menor en el segundo caso que en el primero”. Más de una empresa de relevancia está ya en quiebra técnica aunque haya miedo a poner su realidad frente a sí misma.
Tercero, constatación de una realidad. Hay compañías con pagos adelantados y no cobrados en su balance por movimientos accionariales cuya falta de ingreso final puede poner en una situación muy delicada. Y no se trata de firmas precisamente pequeñas. Cualquier desviación de tesorería hoy, es un drama.
Me cayó bien Fernando Martín, la verdad. Le creía un derrotado y encontré un entusiasta cuyas palabras he preferido trasladarles sin más juicio de valor que el que el propio autor introduce en su discurso. Faltaba una pregunta final. “¿Cuánto vale Fadesa? Más de cuando la compré –responde inmediatamente-. Puede que mi suelo finalista haya perdido valor, pero lo compensan con creces los cambios de bruto a pre-urbanizable y de éste a urbanizable. No ocurre lo mismo con otras compañías que sólo habían apostado por el finalista”.
Una distinción más. Es verdad que la falta de gestión de suelo hoy, le beneficia. Y por eso cree que le será más fácil encontrar socios para su proyecto, una búsqueda cuya publicidad no parece que le guste mucho, aunque sea un secreto a voces que está ahí. Fue franco, cercano, afable y directo. Llegó como una locomotora y se marchó repartiendo tarjetas, que parecía de nuevo el presidente del Real Madrid. Su futuro, como el de Arnay Estanyol, dependerá de la voluntad, la suerte y la sensatez. La primera la tiene, la segunda la busca bajando a la mina todos los días, respeto a la tercera… Buena semana a todos.
Etiquetas: el fin del boom del ladrillo, Fernando Martín, Martinsa-Fadesa

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