Alan Greenspan a juicio
J. BRADFORD DELONG/ elpais
La publicación de las memorias, no redactadas por él, de Alan Greenspan, tituladas La era de la turbulencia, ha suscitado acusaciones de que, después de todo, no fue un gobernador de banco central tan bueno. Stan Collender, de National Journal, ve en estos ataques las huellas de la Casa Blanca: al fin y al cabo, Greenspan se muestra muy crítico con el Gobierno de George W. Bush, y atacar la credibilidad de ex políticos republicanos que critican a Bush es un contragolpe habitual. Pero, ¿qué debemos deducir de las críticas al mandato de Greenspan en la Reserva Federal?
La acusación contiene cuatro puntos: que Greenspan alentó equivocadamente el crecimiento de las hipotecas de alto riesgo con interés variable, que atizaron la burbuja inmobiliaria; que apoyó equivocadamente los recortes fiscales de Bush; que debería haber controlado la burbuja bursátil de la década de 1990; y que debería haber hecho lo mismo con la burbuja inmobiliaria en la década de 2000.
Respecto a los primeros dos puntos, Greenspan se declara culpable. Dice que no entendió que el crecimiento de las hipotecas de alto riesgo llevaría a compradores e inversores a asumir riesgos peligrosos. Greenspan también se declara culpable de un error cometido a principios de 2001. Pensaba que estaba dando al Congreso un testimonio equilibrado sobre cuestiones presupuestarias de la Administración pública. Testificó que es importante mantener un superávit para pagar la deuda, pero que el superávit no debe ser tan amplio como para que la administración acabe haciéndose propietaria de la industria estadounidense.
También testificó que las bajadas de impuestos son mejores que los incrementos del gasto para evitar que el superávit crezca en exceso, pero que la incertidumbre es enorme, de modo que cualquier bajada de impuestos debería cancelarse si amenazase con llevarnos de nuevo a una era de déficit. Robert Rubin y Kent Conrad le advirtieron que la prensa no consideraría el suyo un testimonio equilibrado, y que el Congreso lo interpretaría como una excusa para abandonar la disciplina presupuestaria. Tenían razón.
Los delitos mayores de los que se acusa a Greenspan son: que debería haber hecho más por frenar la burbuja bursátil de finales de los noventa y que debería haber hecho más por frenar la burbuja inmobiliaria de comienzos de la década de 2000. Pero Greenspan se mantiene en sus trece y no se declara culpable.
Afirma que el único modo de que la Reserva Federal hubiera podido mantener los precios bursátiles en franjas de equilibrio razonables a finales de la década de los noventa habría sido subir los tipos de interés tanto que golpeasen a la economía real en la cabeza con un ladrillo. Los tipos de interés suficientemente elevados como para refrenar la especulación bursátil también habrían frenado la construcción y otras formas de inversión, aumentado el desempleo, y provocado una recesión económica. Causar un considerable mal presente para evitar un posible mal futuro cuando nuestro conocimiento es limitado y nuestro juicio inseguro, cree Greenspan, es desacertado.
Greenspan presenta una alegación similar en lo referente a la burbuja inmobiliaria. La alta tasa de empleo impulsada por la construcción ha venido bien a los trabajadores estadounidenses en la última media década, un periodo que no les ha ofrecido muchas cosas buenas. La subida de los tipos de interés para reducir el auge inmobiliario parece, incluso en retrospectiva, imprudente si el coste es un desempleo masivo.
Pero Greenspan habría servido mejor al país y al mundo si hubiera sido un poco más paternalista y hubiese ralentizado el crecimiento de las hipotecas de alto riesgo con interés variable. Habría servido mejor al país y al mundo si hubiera sido menos un republicano leal que juega la partida interna de intentar convencer a los asesores políticos de Bush de que era importante una buena política, y más un encargado no partidista de la estabilidad presupuestaria de Estados Unidos a largo plazo. Por supuesto, ese Greenspan nunca habría sido reelegido.
En conjunto, Greenspan sirvió bien a Estados Unidos y al mundo durante su dirección de la política monetaria, en especial por lo que no hizo: intentar parar la especulación bursátil e inmobiliaria parando en seco la economía.
Etiquetas: burbuja inmobiliaria, EEUU, Greenspan, paro, qué hizo y qué no hizo

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