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lunes, septiembre 24, 2007

El lobby de grandes inmobiliarias busca lavar su imagen ante bancos y analistas

M. Larrañaga/ abc
Madrid


Catorce inmobiliarias de gran tamaño, cotizadas y no, han decidido aunar esfuerzos para «lavar su imagen» en el exterior, deteriorada por escándalos a los que éstas empresas son ajenas y por la amenaza de dificultades financieras. El nuevo grupo, aún no tiene nombre, pero sí claros sus primeros objetivos: bancos y analistas financieros.

Un integrante de este grupo, primer ejecutivo de una de las mayores inmobiliarias españolas, explicaba a comienzos de verano a ABC que para cerrar una operación en Europa había necesitado más tiempo «para responder a preguntas de los bancos sobre Marbella o la caída de Astroc que para cerrar la operación».

Subrayaba, antes de que explotara la «crisis subprime» que «los financiadores habituales de nuestras operaciones están hipersensibles ante noticias que nada tienen que ver con las operaciones en las que estamos las inmobiliarias cotizadas en Bolsa». Con la crisis de este verano, la situación, lejos de mejorar, ha empeorado y si los bancos ya habían endurecido las condiciones de financiación de operaciones protagonizadas por inmobiliarias españolas, llegó un momento en que buscar dinero para operaciones factibles era imposible.

Ante esto, representantes de Martinsa-Fadesa, Colonial, Metrovacesa, Realia, Reyal, Sacyr-Vallehermoso, Chamartín, Hercesa, Rayet, Restaura, Renta Inmobiliaria, San José-Parquesol y Nozar han unido sus fuerzas. Aún no tiene nombre ni estatutos, pero sí tienen claro que su primera línea de actuación debe ser mejorar la imagen que se ha creado del sector en los últimos tiempos.

Fernando Martín, presidente de Martinsa-Fadesa, es el presidente del nuevo «lobby» y Pedro Pérez, presidente de Itinere, su secretario general, y poco más allá de algunas declaraciones de principios, ambos comparten la idea de que lo fundamental en estos momentos es restaurar la confianza en las grandes inmobiliarias españolas.

«No somos especuladores, ni oportunistas, sino empresas con años de experiencia en el mercado, con un crecimiento sostenido desde hace años, con presencia en distintos países y que apuestan por el urbanismo responsable», señalan desde la asociación. Fuentes de una de estas empresas han asegurado que «no podemos permanecer quietos mientras se da la vuelta a la tortilla», en alusión a las dificultades de financiación que están encontrando.

Añaden que es necesario disociar la imagen de estas grandes inmobiliarias, con muchos años de experiencia y muy alejadas del modelo del «pelotazo» de la del resto del sector. «Nuestros perfiles son absolutamente distintos y, en cambio, en los mercados financieros se nos está lastrando por percepciones que nada tienen que ver con nosotros», subrayan. Por ello, van a contactar como grupo con analistas y bancos, a los que pretenden explicar con números que la solidez de las grandes inmobiliarias sigue fuera de toda duda y que la deuda, de la que tanto se ha hablado, está de sobra respaldada por los activos.

La idea de agruparse viene derivada de la necesidad de dar respuesta ante un problema puntual y porque las patronales no pueden hacer este papel que las grandes necesitan, ya que representan a un sector del que los integrantes del grupo quieren distanciarse.

Ahora, mientras redactan los estatutos de la nueva asociación y buscan un nombre, este grupo va a contactar con bancos y analistas, a los que explicar la realidad de estas empresas y del mercado español.

Fuentes del sector ajenas a la asociación han indicado a ABC que «estas empresas, a pesar de su tamaño, apenas representan el 7% de la actividad inmobiliaria española. Pero son empresas diversificadas, con presencia en edificación residencial, en oficinas y en gestión de patrimonio inmobiliario, mientras que la mayor parte del sector son promotores pequeños y medianos muy centrados en edificación residencial en áreas limitadas».

Exposición limitada

Explican que la mayoría de las empresas del G-14 tienen amplia presencia internacional, estructuras muy profesionalizadas y experiencia en grandes operaciones de financiación, además de que su exposición a la caída de la vivienda en España es muy limitada. «Seguro que la alegría con la que analistas y bancos trataron a estas inmobiliarias no tenía justificación, pero tampoco la tiene el cambio brusco de ahora. Analistas de mercado consultados por este periódico insisten en que el cambio de sentimiento en las Bolsas hacia las inmobiliarias españolas está relacionado con la percepción de un fin de ciclo en el mercado de vivienda y con el endurecimiento de los mercados financieros por temor a los niveles de deuda de estas compañías.

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