Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

lunes, febrero 08, 2010

Viviendas sociales vacías, familias okupas

DENUNCIAS POR VIVIENDA

El pinchazo de la burbuja inmobiliaria sigue dejando al desnudo realidades sociales tan ingratas como reales. Los desahucios por impago de las cuotas hipotecarias mandan a familias enteras a la calle. Como en el caso de Badalona, la ocupación de viviendas vacías es la solución más a mano. En primer lugar, el paro sigue aumentando y cientos de miles de familias -las que elaboran trabajos más precarios- ya tienen a todos sus miembros en situación de desempleo. En segundo lugar, la carencia de viviendas sociales, o los requisitos para optar a una, hacen inviable el acceso a las familias que más urgentemente lo necesitan. En el colmo de la desidia administrativa, cientos de pisos protegidos se encuentran vacíos durante años mientras se pretende que haya familias viviendo debajo de un puente.

Debajo de esta realidad se encuentra la valoración que la sociedad española, mayoritariamente, ha hecho de la vivienda. La vivienda no se ha percibido como un bien de primera necesidad, sino como un negocio. La vivienda se ha dejado en la peores manos, las manos del mercado exclusivamente. Tanto los promotores inmobiliarios como los propietarios de varias viviendas, en su justo derecho, han encontrado en la subida constante del precio de la vivienda una fuente de lucro (que les ha llevado, a menudo, a un endeudamiento que ha terminado por asfixiarles o hipotecar, también, su futuro económico). Pero es más lamentable aún que las administraciones públicas –como los municipios y autonomías- hayan descuidado la vivienda social para llenar sus arcas con tributos y operaciones urbanísticas que, en muchos casos, violaban la legalidad vigente.

El milagro español es ya una pesadilla real... para familias, administraciones públicas, empresas y entidades bancarias. Como distintos movimientos sociales y analistas económicos independientes vienen alertando desde antes de la oficialización del estallido de la burbuja inmobiliaria, negada con tozudez por los más importantes políticos, banqueros, economistas y empresarios del ladrillo. El futuro económico inmediato se ve negro. Pero lo primero es atender a las familias deshauciadas por un sistema -en la más amable de las valoraciones- egoísta, insolidario, abusón, dilapidador de recursos naturales y humanos, y criminal.

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