Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

martes, enero 27, 2009

La tara y la normalidad

DENUNCIAS POR VIVIENDA

Ya nadie pone en duda que España ha vivido por encima de sus posibilidades, con la cabeza a pájaros sobre los riesgos que corría su sociedad, descorchando botellas de champán por cada pelotazo urbanístico que colocaba al sufrido endeudamiento familiar. España siempre ha sido una nación católica, ay, tantas veces equivocada y maldita. El catolicismo, su curia y su feligresía, esa raíz que nos talla. España, como buena nación católica, siempre ha diferenciado claramente entre el tonto y el listo (el pícaro), el tarado y el normal (buen chico, nada difícil, que no presenta problemas de adaptación aunque no genere una sola ocurrencia, ni una mala idea, ni un triste recuerdo). La España católica por los cuatro costados ha sido ladrillista, rentista y pelotacil. Ahora toca pagar: la normalidad, esa idiotez general y consensuada, va a salir cara en el mercado global, en el que somos uno de los pigs con mal de altura. Un chaval normal que necesita tratamiento especial: un rústico que va de galán, un inútil que se cree productivo, un consumidor compulsivo al que empiezan a restarle crédito en la tienda de la esquina.

Al cabo de tres décadas de orgia capitalista, con el ladrillo como actor principal, el saldo final da poco de sí. Da deudas: el país es una ruina, el futuro de los más favorecidos, una interrogante, y el de los menos, un breve infierno. Ha quedado demostrado que los normales eran una panda de tarados que se dividen en varios estratos: por un lado, los banqueros oportunistas, que han atado al cuello una hipoteca que no van a poder pagar a sus clientes durante décadas; en el mismo lado, una birria de políticos y empresarios machihembrados con el crédito bobo; y al fondo, un vasto y bastísimo rebaño de hombres y mujeres, en su mayoría normales, que han vendido el mundo por un chalé adosado frente a una playa sembrada de ladrillo y regida por una legión de arquitectos y urbanistas de tercera. Mejor, del Tercer Mundo.

Anoche se apareció en un programa de televisión el presidente Rodríguez Zapatero para pedir colaboración en este caos. El Gobierno en solitario no puede con esta crisis. Hoy, los diarios vocean sus consignas redactadas y memorizadas, arden los foros en la red, en los bares no se habla de otra cosa a voces y sin muchas luces. El presidente que no supo reconocer la crisis económica a su debido tiempo por problemas de agenda, ahora pide ayuda. Pero el problema no es del presidente ni de su gobierno, el problema, me temo, pertenece en exclusiva a sus gobernados, al país de los listos, tan normales como inmorales. La listeza es un grano en el culo que le ha salido a la normalidad ciudadana, y cuando estalle, que estallará, nos llenará de pus.

Si en España hace tres lustros la hipoteca media de un piso de 60 metros cuadrados en una ciudad grande no llegaba a los 50.000 euros, quince años después no baja de 150.000 euros. Los salarios, a todo esto, no es que se hayan estancado, sino que han perdido capacidad de compra. Si hace tres lustros las entidades bancarias -con el tipo hipotecario tres veces más alto- concedían créditos para la compra de vivienda con una media de doce años para amortizar el pago, hoy la media no baja de veintisiete años. Y los listos eran felices y te lo proclamaban a gritos, generalmente en el bar: "Los pisos no bajan nunca de precio. Haberte hipotecao, menda. Ahora te quejas porque tú lo quieres es que te den un piso". Y había que tragar. En la feria de los pepitos, el hipotecao era el más normal.

Dejemos a un lado el cuento de la lechera que ha ayudado a inflar e inflar la burbuja inmobiliaria autóctona: los inmigrantes que iban a comprar vivienda a precios inflados a porrillo; los guiris que iban a comprar segunda vivienda en costas polucionadas por el cemento y la toxina del turismo de baja calidad e islas infartadas por la presión demográfica; los inversores que iban a seguir especulando con un bien de primera necesidad que se revalorizaba a un diez por ciento anualmente. Este cuento ya se chafó, y no hay marcha atrás. Los inmigrantes llegan en menor cantidad, y muchos empiezan a hacer el petate; los guiris están sobre aviso hace años; los especuladores ya están afilando sus dientes en otros territorios por explotar.

A vuelta de tres lustros, los males han sido muchos, el panorama es desolador, los culpables han sido la mayoría y los responsables siguen en sus puestos de mando, dando órdenes, trapicheando entre bambalinas. ¿Colaboración? Si llega el día que el tarado sea escuchado y los normales se apeen de su soberbia, puede. Difícil reto para nuestro formidable actor-Presidente. Haya suerte. No se trata sólo de convencer a la platea, ahora hay que poner los huevos en otra parte.

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