¿Fondos públicos para las inmobiliarias?

EXPANSIÓN

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero estudia la posibilidad de poner en marcha un plan de rescate de las inmobiliarias acosadas por la crisis. Una medida de emergencia que pone en evidencia que la situación que atraviesa el sector reviste mayor gravedad que la que hasta ahora ha reconocido el propio Ejecutivo.

La medida que analiza Moncloa, una multimillonaria línea de crédito a través del ICO, podría tener más inconvenientes que ventajas. En primer lugar es cuestionable que el Gobierno, después de años demonizando la especulación inmobiliaria, salga ahora, con dinero de todos los españoles, en auxilio de un sector que ha vivido una década dorada en la que se han cometido muchos excesos, que todos los expertos venían anunciando que tarde o temprano tendrían que purgar.

El ritmo de crecimiento de la construcción de viviendas en España –hasta ochocientas mil cada año– ponía de relieve las debilidades de una economía que estaba viviendo por encima de sus posibilidades y generando una burbuja que ha acabado por reventar. El colapso financiero internacional, desatado a raíz de la crisis de las hipotecas subprime, ha sido el detonante que ha dejado al descubierto las carencias de lo que ha sido en los últimos años una de las locomotoras del crecimiento de la economía española y del empleo.

Las consecuencias están siendo un deterioro rápido de la economía española, que puede pasarle factura al Gobierno el próximo mes cuando los ciudadanos acudan a las urnas. Cabe preguntarse si la medida está orientada a evitar una quiebra del sistema que abra una brecha en la sala de máquinas del barco de la economía española o más bien a frenar la posible sangría de votos el próximo 9 de marzo.

Un crédito como el que estudia el Gobierno podría ser considerado ayuda de Estado a las empresas y, además, podría tener un coste sobre la credibilidad de España como economía saneada. Sería un error cargar sobre las cuentas públicas la factura de un sector que debe afrontar su reconversión, por muy dolorosa que sea, y acostumbrarse a vivir en las nuevas condiciones. Tras la borrachera del sector inmobiliario, siempre hay una resaca.