Denuncias por vivienda

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lunes, enero 28, 2008

Los calcetines de Pedro J, presagio de la cuaresma económica que se avecina

S. McCoy/ cotizalia
del blog 'Valor añadido'


No podía apartar la mirada. Lo confieso. En la portada de El Mundo, foto para enmarcar. Mariano Rajoy alzaba la mano derecha en una pose de esas que le han convertido en un político tan gestualmente previsible, del que no cabe esperar escenografía alguna estridente, para desgracia de su clientela. Que hasta para inaugurar una residencia en su Galicia natal tira de discurso escrito. Registrador venido a más. El humor, en privado. Enfrente, un Pedro J. en su salsa, consumidor de horas políticas de ocho en ocho, piernas estiradas, mirada escrutadora, gafas de diseño que balancea de mano a mano. Claro dominador de la situación. Que éste sí que sabe lo que es marketing del yo, me, mi... conmigo. “El Mundo, rotundo vencedor de la legislatura 2004-2008”, rezaba otro titular. Por si había alguna duda. Veni, vidi, vinci. A todos, sin distinción. Y en todo este atrezzo, viaje en Metro incluido, tan sólo una nota discordante. Los calcetines del director. Un morado infame que no defendería ni la propia Agatha. Totalmente fuera de sitio, indefendibles desde un punto de vista estético. ¿Entonces? Porque si hay algo que servidor tiene claro es que Peter Jei no da puntada sin hilo y menos para exponerse voluntariamente a tal castigo al buen gusto.

Claro, la respuesta como siempre, está en los tiempos y los temas con los que trabaja el periodista. Y en ese transitar por lo que puede esperar al futuro de la vida política española y, por ende, a su periódico, interés prioritario, hay un factor que, hasta ahora, se había situado en un discreto segundo plano, pero que ha emergido al primer escalafón de las preocupaciones de la variopinta realidad social española bajo las especies de la inflación, el paro y el déficit exterior: el debilitamiento económico patrio. Tema de portada y titular a cinco columnas, por si había alguna duda de por donde se va a situar el debate entre las distintas fuerzas en liza en las próximas seis semanas.

Claro, ya podía chasquear este McCoy de sus entretelas los dedos como Vickie el Vikingo. Los calcetines de Pedro J. eran su particular manera de anunciar en clave a todos los españoles la cuaresma económica por la que nuestra España está a punto de navegar, sea cual sea el triunfador de las elecciones del día 9 de marzo. Morado, el color litúrgico propio de los cuarenta días que median entre el Miércoles de Ceniza y el Domingo de Ramos. Tiempo de sacrificios, renuncias y ascetismo. De purificación ante el misterio glorioso de la Resurrección del Señor. Cuando llegue lo inevitable, cuando la exhausta economía no pueda dar un paso más, cuando la crisis sea incuestionable, Peter Jei, formado en la mejor tradición del periodismo estadounidense, podrá afirmar sin ruborizarse: “ya lo dijeron mis calcetines en la entrevista a Rajoy, es momento de remangarse y tirar del carro”. Que hay que saber leer entre medias.

Y no va desencaminado. Las 48 horas del fin de semana dan para mucho. Para demasiado quizá si uno recorre los minutos y los segundos pendiente de las señales que el entorno le envía como ahogadas peticiones de auxilio. No es difícil verse abrumado por la cantidad de carteles de “se vende” que pueblan la geografía española y, en especial, los barrios periféricos de las grandes urbes. “Se vende a precio de obra”, he llegado a leer quien esto escribe. Desesperación del particular y desesperación de un sector, el inmobiliario, cuesta abajo y sin frenos. Resulta complicado no quedarse con la boca abierta ante rebajas en el comercio, grande, pequeño y mediopensionista, superiores al 50% de descuento, una barrera que en nuestro país se asociaba tradicionalmente al “liquidación por cierre del negocio”. Una temporada desastrosa, afirman los dependientes de uno u otro establecimiento. Y uno llega a creerse con Alicia en el País de las Maravillas al recorrer los escaparates bancarios sólo para descubrir las ofertas que existen para conseguir un dinero que se ha convertido en bien escaso para la banca, paradojas de la vida. No hay dinero, no se presta. Se acabó un modo de vida para muchos de los que habían hecho del apalancamiento la base de su triunfo personal o empresarial.

La calle habla y hablan las grandes cifras que sitúan a España en lo alto del podio por lo que a endeudamiento exterior se refiere; medalla de plata en crecimiento del nivel de precios y en tasa de paro; suspenso rotundo en sostenibilidad del modelo de crecimiento, innovación y productividad. Y mientras ZP tirando de chequera, que es más importante dar un pescado que enseñar al español a pescar desarrollando leyes que fomenten la investigación, la competitividad, la excelencia. Va a durar el superávit público menos que un pastel en la puerta de un colegio. No es de extrañar que ante tan tenebroso panorama, Pedro J. haya sacado los calcetines morados a relucir, color de la cuaresma. Una vez más, el director de El Mundo precursor de lo que está por venir. Es lo que tiene. Buena semana a todos.

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