Se notan menos grúas

Fernando González Urbaneja/ abc

La prensa local es útil para percibir la realidad. Estos días leo en el «Diario de Burgos» que los visados de nuevas viviendas en la capital se ha reducido de un máximo de tres mil el 2004 a mil este año; ajuste severo, aunque lo excepcional fue lo de entonces y lo normal lo de ahora. Mil visados para una ciudad que crece poco y que lo hace por la periferia, parece razonable.

De manera que estamos antes un ajuste incurrido, la crisis inmobiliaria viene de atrás, de este año que se acaba y de parte del pasado. Cuando se empezó a hablar de crisis, ya estaba, llegó sin avisar. Por tanto en este sector lo peor ya llegó, aunque sus consecuencias se notan con el paso del tiempo y les queda recorrido. Los que iban apretados no resisten y de sus cenizas surgirán oportunidades. Es el ciclo de destruccion creativa que tenemos aprendido desde hace décadas, que no falla a su cita periódica.

Pero como un grano no hace granero aunque ayude al compañero, la visión local es insuficiente porque incluye sesgos no generalizables. Por eso coviene acudir a referencias más completas. Por ejemplo, el último Informe (diciembre 1007) del servicio de Estudios del BBVA, el más reputado en materia inmobiliara (heredero de los del banco Hipotecario) disponible en la página web del banco y que merece lectura reposada.

El Informe estima que el sector residencial se ajusta con retroceso de 900.000 visados el año 2006 a unos 500.000 el 2008, y paso intermedio por 675.000 este año. Ajuste de la oferta a una demanda mucho menor desde hace más de un año, que se refleja, progresivamente, en los precios, especialmente en el mercado de segundo mano.

Para el empleo la estimación de los expertos es que la contribución de la construccion será negativa el 2008 en 90.000 empleos frente a los 160.000 aportados este año. Un dato que se traduce en descuento de un par de décimas de PIB, que se nota en la disminución de grúas en la silueta de las ciudades, pero que sienta bases para una recuperación. El informe del BBVA es menos dramático que lo que se escucha a los entusiastas del pesimismo y la desgracia.