El laberinto constructor

Katia Ballano Göring/ abc

Los problemas económicos que padece nuestro país no son óbice para que una empresa constructora española se sitúe a la cabeza de Europa.

Bajo el título «En España nace la número uno de Europa», Die Welt se hacía eco de que «la caída de los precios de las viviendas en la Península Ibérica y la incesante crisis crediticia de los mercados financieros internacionales obligan a las empresas inmobiliarias a emprender un nuevo camino para acceder a capital fresco. De este modo -señalaba el periódico germano- se ha puesto en marcha una ola de fusiones». «La segunda del país (en alusión a Colonial) con un valor en bolsa de 5.500 millones de euros, anunció una fusión con la francesa Gecina. Gecina, por su parte es una filial de la primera del sector, que se encuentra al borde de la desintegración tras una bronca de sus grandes accionistas». La publicación destacaba el interés de ésta última por el mercado alemán, donde «invierte 340 millones de euros en Düsseldorf y Frankfurt am Main».

Aun así, la construcción no está para fiestas. «La crisis -continúa el diario- ha alcanzado tal dimensión que las grandes compañías inmobiliarias y algunas empresas constructoras han formado el lobby del llamado G-14». Debido a una caída del 40 por ciento en la construcción «entre agosto y noviembre», se ha lanzado «peticiones desesperadas al Gobierno español para que adjudique nuevos proyectos de infraestructuras, para suavizar las consecuencias de la crisis. Si no sucede algo pronto, se perdería medio millón de puestos de trabajo, según las advertencias» del sector. El endeudamiento en la construcción está por las nubes. A pesar de que la demanda de viviendas es de la mitad, «sólo el año pasado se construyeron 800.000, más que en Alemania, Francia e Italia juntos». «A la vista de este panorama, la firma Tremon ha suspendido de momento su cotización en bolsa, debido a que el mercado ya no tiene confianza en las inmobiliarias. De repente -reseñaba Die Welt con pesimismo-, se acuerdan todos de que organizaciones internacionales como la OCDE advirtieron ya antes del verano del sobrecalentamiento del mercado inmobiliario».