Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

jueves, diciembre 27, 2007

Cita consolidada

JALJUAS

Concentración convocada anónimamente. 23 diciembre en Puerta del Sol

A las 16.50 dos asamblearios de V de Vivienda estábamos delante de Puerta del Sol. Justo en el lugar en que unos turistas se retrataban encima de la baldosa con el kilómetro 0 que Comunidad de Madrid ha colocado como una atracción de feria más que como un dato científico certero. Al alzar la vista, nos dimos cuenta de que un grupo de jóvenes alzaban pancartas delante de la estatua del oso y el madroño: “Si compras, te vendes”, “Ni sorteos ni migajas, pisos a precio justo” o “Rebeldes sin casa”. No era un grupo muy numeroso: entre veinte y cuarenta. Nos dirigimos hacia ellos. Aquel era el lugar.

La convocatoria para protestar por los desorbitados precios de la vivienda y contra toda forma de precariedad –laboral, social, etc…- había nacido de un correo anónimo, que invitaba a volver a concentrarse en Sol (y en las principales ciudades de España). El correo electrónico que empezó a rular por internet era el del año anterior, con sus datos erróneos, pero muchos conocidos/as se dirigían a V de Vivienda para confirmar su autenticidad. Era falso, pero las ganas de volver a salir a la calle a denunciar el problema de la vivienda eran evidentes, aunque estuvieran latentes.

El grupo iba engrosándose pasadas las cinco de la tarde. Un activista repartía carteles, hechos con cartulina, celo y varillas de madera con lemas y consignas reivindicativos. Es un hombre ya mayor, que hace este trabajo de forma altruista con mucha ilusión. No habían pasado ni quince minutos cuando un grupo de policías antidisturbios se dirigió a algunos miembros de V de Vivienda, los más conocidos. Su mensaje fue tajante: al no haber solicitado permiso, debíamos tirar las pancartas y circular. Les dijimos que no estábamos allí como la asamblea contra la precariedad y por una vivienda digna, V de Vivienda, sino como ciudadanos particulares, aunque críticos. Y les tuvimos que explicar cómo había surgido la convocatoria, anónimamente, en la red de redes. Los que estábamos reunidos, ateridos por el frío, nos volvimos de piedra cuando los policías empezaron a identificar a quienes se negasen a circular.

Fue el momento en que decidimos empezar a gritar consignas, ya que la gente parecía atemorizada por la presencia de la policía: “Espe, espe, espe. Especulación” o “Madrid, capital de la especulación” empezaron a resonar en el frío de la tarde. “Más vivienda y menos policía” o “Rajoy y Zapatero, a vivir en un trastero” fueron otros de los cánticos, muchos anónimos, que fueron surgiendo entre los/as convocados/as. La policía, una vez identificada una docena de ciudadanos, se marchó hacia sus furgonetas blindadas. La afluencia de gente que manaba desde las calles Montera, Carmen y Preciados les imposibilitaba marcarnos en un contorno.

Comenzamos a caminar en grupo hacia la plaza de Callao. Para entonces, ya éramos más de un centenar de activistas coreando los lemas. El grupo iba creciendo, mientras que una marea de gente anónima, de compras por las tiendas y grandes almacenes de esta arteria central, nos miraban entre atónitos y retadores. Unos nos elogiaban cuando escuchaban el grito de “El libre mercado, nos tiene hipotecados”, mientras que otros nos reprochaban sobre la marcha que buscáramos un trabajo y dejásemos de protestar. Lo mismo de siempre: les replicamos que sí, que buscamos trabajo, algo decente... a poder ser. Lo nuevo fue que a la altura de los almacenes Fnac apareció un grupo con bongos y otros instrumentos que se unieron a la marcha.

En la plaza de Callao ya éramos cerca de medio millar de personas protestando por el derecho a una vivienda digna. Cortamos momentáneamente la circulación, pero viendo que había más antidisturbios en Gran Vía, decidimos volver al punto de encuentro en Sol. Desde Sol, viendo que cada vez era mayor el número de convocados, improvisamos una marcha hasta la plaza Mayor, cruzando la calle Mayor, cortando el tránsito de taxis por el centro de la capital. La charanga había animado definitivamente a una gran cantidad de jóvenes, que se había unido a la manifestación, y se oyeron algunos gritos en recuerdo de Carlos Javier Palomino, el joven antifascista asesinado por un soldado de ultraderecha cuando iba a reventar un acto xenófobo y fascista: “Carlos, hermano, nosotros no olvidamos”.

La policía iba siguiendo nuestros pasos, aunque les imposibilitaba actuar la cantidad de gente que había por la zona a esa hora, la mayoría de compras navideñas de última hora. En la plaza Mayor, dimos una vuelta entre los puestos que venden baratijas para adornar la casa con motivos cristianos y artículos de broma. Hicimos una sentada espontánea junto a la puerta que da a la plaza del marqués de Santa Cruz. Mientras pensábamos en el siguiente paso, se coreaban las consignas habituales, entre las reacciones habituales –de respaldo o de repulsa- de la gente que estaba de compras. Una de los lemas más coreados fue: “Más protestar y menos comprar”.

Emprendimos el camino de vuelta por una de las puertas que dan a la calle Mayor, y desde ahí, hacia Sol, volviendo a cortar el paso a taxis y autobuses urbanos. Al llegar a la puerta de Sol, una congregación de grupos católicos clamaba contra la guerra, la tortura y el aborto. Ante el tapón que nos hacían estos nuevos manifestantes, el grupo fue desgranándose. Unos se fueron a la explanada frente al museo Reina Sofía a continuar con la protesta mientras que, una gran mayoría, dos horas y media después, pusimos fin a esta protesta espontánea que se afianza como fecha simbólica en el calendario de los que reivindicamos nuestros derechos.

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