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domingo, octubre 14, 2007

Vuelve la preocupante inflación

abc.es, editorial 14/10/2007

ESTA semana hemos conocido el dato de que la inflación anual se disparó al 2,7 por ciento en septiembre. Un dato esperado, pero no por eso menos malo. La economía española sigue teniendo un problema de precios relativos con nuestros socios europeos y en cuanto desaparecen las causas extraordinarias que mantienen reprimida la inflación diferencial, ésta retorna a su nivel habitual. La explicación oficial insiste en el efecto escalón de los precios del petróleo -bajaron el año pasado suben éste-, lo que siendo cierto también lo era cuando el Gobierno se apuntaba el éxito de haber controlado la inflación. Pero hay más, el pan ha subido un 8,1 por ciento en doce meses, la leche el 11,4, la pasta el 6,7 por ciento y el pollo, un 11,3. No sólo los alimentos básicos reflejan el contexto internacional, también los servicios financieros, que suben el 8,2 por ciento en un año. Las previsiones de los expertos señalan que la inflación superará el 3 por ciento a finales de año, volviendo el diferencial con la Unión Europea a situarse en un punto porcentual, pese a que las autoridades han intentado evitarlo con restricciones injustificadas en los precios de algunos productos como los energéticos, aún sometidos a autorización administrativa.

Por tanto, poco han cambiado las cosas en el terreno de la inflación, cuyo comportamiento sigue amenazando la competitividad de la economía. Si acaso, la especial incidencia de las subidas de precios en bienes de primera necesidad hace que su efecto sea más negativo en los sectores menos favorecidos de la población. Estudiar los mecanismos de formación de precios y asegurar la competencia en la distribución son tareas obligadas de la Administración, pero no parece que las limitaciones a la libertad de comercio, las restricciones de horarios y a la apertura de grandes superficies sean la manera más eficaz de asegurar un buen funcionamiento de la cadena de distribución, como acaba de reconocer la Comisión Nacional de la Competencia. Es fácil hacer demagogia con el comercio, pero la subida de precios de los alimentos tiene su origen en causas más profundas: el aumento de la demanda mundial como consecuencia de que la globalización ha sacado de la pobreza y convertido en consumidores a millones de ciudadanos; la incapacidad de la política agraria de la Unión Europea para reconocer el nuevo escenario alimentario; y la progresiva erosión de la unidad de mercado en nuestro país con prácticas y reglamentos que encarecen el coste de la distribución. Hace falta una reflexión profunda sobre las causas de la inflación española que vaya más allá de las necesarias apelaciones al fomento de la competencia en los mercados. Un diagnóstico compartido como paso previo a una acción política, pues corremos el riesgo de que el consumidor español se encuentre que la caída de su renta disponible por el encarecimiento de las hipotecas coincide con un periodo de aceleración de la inflación.

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