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sábado, octubre 18, 2008

La crisis económica arrecia

Luis de Velasco/ estrelladigital

Cuando estas líneas se escriben, han llegado a su fin las reuniones en Washington en el seno del Fondo Monetario Internacional y tiene lugar la de París de los quince miembros de la Eurozona. La primera y más importante pregunta es cuál será su efecto mañana en las bolsas mundiales (no está descartado que alguna importante no abra). Una primera impresión es que lo acordado refleja una clara voluntad política de encarar decidida y coordinadamente la gravísima situación y que la línea a seguir viene marcada por el plan británico de inyectar capital a bancos. El Plan Paulson de compra de activos tóxicos cotiza a la baja, incluso en Estados Unidos. ¿Será eso suficiente para devolver la perdida confianza a los mercados? Nadie lo sabe.

Una primera certeza de lo ocurrido hasta ahora es que estamos ya donde se temía o se suponía: desembolsando dinero público, es decir, del contribuyente. Hoy es un desembolso y lo más probable, por no decir seguro, es que no habrá ganancias para los Tesoros como se nos dice, sino pérdidas que recaerán también sobre el contribuyente.

Una segunda certeza es que esta crisis se inicia en Estados Unidos y responde a diversos factores que, en esta columna, hemos sintetizado en dos, los que nos parecen los más relevantes. Uno, codicia de los denominados Masters of the Universe y también, más coloquialmente, fat cats o banksters. Dos, captura por parte de los mismos de los reguladores en ese país que pasaron a ser casi figuras decorativas. Todo se inicia en los ochenta con la filosofía de Reagan de que "el Gobierno es el problema, no la solución" (¿dónde queda eso ahora?) y se desarrolla en la presidencia de Clinton, el mismo que dijo que "la era del Big Government ha acabado". Los interesados en este tema pueden leer un artículo de un ex alto cargo del Tesoro con Reagan, Paul Graig Roberts, en www.counterpunch.com del pasado día 7. Por ahí hay que buscar responsabilidades.

Una tercera certeza es que la economía mundial va camino de la recesión, sobre todo en los países más contaminados que son los más desarrollados. Queda China y poco más como única esperanza (cambio geopolítico trascendental). Lo acaba de prever el FMI y seguramente revisará a la baja dentro de unos meses sus pesimistas previsiones.

En cuanto a nuestro país, nuestra crisis tiene un origen propio y unos elementos también propios, resultado del "modelo" de crecimiento de estos años todo ello, por supuesto, agudizado y contaminado por lo que pasa fuera. No es tanto (¿todavía?) un problema de la economía financiera como de la economía productiva. Estamos ya en recesión, el PIB decrecerá el año que viene por lo menos un 1 por ciento, y el paro, que hoy aumenta un ritmo de tres mil parados más por día, llegará al 15 por ciento, más de tres millones y medio. Ésta es una situación de emergencia nacional en la que no sólo se va a desembolsar ya dinero del contribuyente sino que habrá, más que probablemente, no unos beneficios sino pérdidas que también pagará el contribuyente.

También aquí, como en Estados Unidos (donde, ejemplarmente, ya se han iniciado audiencias en el Senado), hay responsables. Durante esos años de la burbuja inmobiliaria, las autoridades miraron hacia otro lado, desbordadas por el optimismo y la exuberancia irracional. Mientras tanto, las entidades financieras registraron beneficios récord (alguna de ellas, los más altos del mundo en términos relativos) y varios promotores y constructores aparecieron en las listas de Fortune entre los más ricos del mundo reforzando, según algunos, la "Imagen España".

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