Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

sábado, septiembre 20, 2008

¿Arde Washington?

Aleix Vidal-Quadras/ larazon

El martes pasado a las 18:30 hora local, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernake, y el Secretario del Tesoro, Henry Paulson, subían a la colina del Capitolio para explicar a los líderes de ambas Cámaras su decisión de proceder al salvamento de la aseguradora AIG mediante un crédito a dos años de ochenta mil millones de dólares. Durante el fin de semana, se habían negado a intervenir pese a los ruegos frenéticos de los máximos responsables de la compañía a punto de quebrar y habían intentado que JP Morgan y Goldman Sachs cargasen con el muerto. Ante el cierre en banda de ambas firmas, que ya tienen bastante con lo suyo en estos tiempos de tribulación, el Gobierno norteamericano cedió y abrió los cordones de la bolsa del dinero del contribuyente. Poco después del rescate de Bear Sterns y de los bancos hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, que ya le han hecho un roto considerable al presupuesto federal, la operación AIG es la aportación más grande nunca acaecida en Estados Unidos de fondos públicos para socorrer a una entidad privada. La pregunta es porqué AIG merece un salvavidas lanzado desde la Casa Blanca y Lehman Brothers es abandonada a su suerte. Sencillamente, el desplome de la aseguradora hubiera causado una reacción en cadena en todo el mundo de consecuencias impredecibles mientras que el banco de inversiones ha desencadenado un cataclismo tremendo, pero de efectos predecibles. Aunque cueste creerlo, AIG había acumulado un riesgo de seiscientos mil millones de dólares en productos financieros atípicos que no eran acciones ni tampoco pólizas de seguro en sentido convencional y que, por consiguiente, ¡no estaban sometidas a control alguno de los órganos reguladores! El capitalismo genera riqueza como ningún otro sistema, pero los mercados necesitan bridas o se desbocan. Para mayor abundamiento, más de cuatrocientos mil millones de esta basura obran en poder de bancos europeos. Abróchense, pues, los cinturones para atravesar una zona de turbulencias. ¿Duración e intensidad de las sacudidas? ¿Aguantará la aeronave? Nadie lo sabe.

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