Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

lunes, julio 14, 2008

Al final, más crisis

José María Marco/ larazon

Los que nacimos a mediados de los años cincuenta del siglo XX sabemos bien lo que es una crisis económica. Yo no recuerdo un solo momento de mi vida de adulto, hasta finales de los noventa, en el que la crisis o el fantasma de la crisis no estuviera presente. Primero fue la crisis del petróleo, luego la del principio de los ochenta. Vino más tarde la provocada por las políticas de Felipe González y cuando creíamos que estábamos saliendo, llegó el crack del 87 que se prolongó en el monumental batacazo del año 93. Hay algo en común en todos estos episodios. Todos tienen su origen en intervenciones de los gobiernos de turno, que supeditaron cualquier consideración hacia el bien común a sus intereses políticos y electorales. Me pregunto ahora qué ingenuidad me llevó a creer que esos mismos políticos podían contribuir a arreglar la situación. Tal vez fuera porque en todos esos años, que abarcan casi un cuarto de siglo, tenía (teníamos, en general) la seguridad de que pasara lo que pasara, la situación general no podría nunca empeorar. La experiencia lo corroboraba. Los baches eran duros, e incluso dramáticos, pero en el horizonte siempre se perfilaba una situación mejor que la anterior. Ahora no es así. Para los de mi edad se abre un largo período de turbulencias en un momento crítico, con la inflación arruinando cualquier intento de ahorro y las pensiones públicas en cuestión después de haber cotizado varias décadas a un sistema que es, de por sí, un engaño disfrazado de solidaridad y buenas intenciones. Al mismo tiempo que hemos pagado las caprichosas intervenciones públicas, hemos sacado adelante el país. Me pregunto si vale la pena seguir como hasta ahora. No es una duda sobre el voto, cuestión zanjada para mucho tiempo ante la avalancha de promesas y supuestos derechos que habremos de seguir costeando. Es una pregunta sobre la actitud ante el trabajo. ¿Para qué seguir esforzándose? Más de uno se estará preguntando si en un país de cínicos las trampas no resultan mucho más rentables.

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