Cohabitación

DERECHOS POR VIVIENDA

La tensa relación que se augura entre el ministro de Economía y vicepresidente primero, Pedro Solbes, y el recién nombrado ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián, siendo una cruda lucha por el poder político, puede llegar a parecerse más a una pugna generacional de procedimientos y modos que a un debate entre teorías económicas enfrentadas. Ambos pueden ser catalogados dentro de la amplia plantilla del social liberalismo que hizo furor en Europa desde mediados de los 80. Si Miguel Sebastián evoca, también en el vestir, el perfil del primer Laurent Fabius: el gusto por regular un mercado voraz e introducir maneras democráticas al hiperjerarquizado y machista mundo laboral; Pedro Solbes se ha destapado como un personaje tragicómico, que bajo la careta de sus agudos dardos verbales oculta la decepción por el derrotero que toma el cambio de ciclo y sus poco cautas previsiones. Para que la relación no acabe en una trifulca de feria o una reyerta callejera habrá que ver cómo evoluciona la cohabitación.

La crisis crediticia, que se agudizará en los próximos meses afectando a bancos y cajas de ahorro, junto al desmoronamiento del sector de la construcción serán dos pivotes importantes para calibrar el panorama económico inmediatamente futuro, con unas previsiones de crecimiento cada mes menos optimistas. La nueva ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, ya adelantó en su toma de posesión la necesidad de alcanzar un pacto nacional por la vivienda. Olvidando, tal vez, que en Catalunya un pacto así, un acuerdo entre los representantes del poder político y las fuerzas vivas del ladrillo, no ha merecido ningún crédito a la mayoría de la sociedad catalana ni a sus combativos movimientos sociales. Por su parte, un portavoz del autodenominado 'lobby' del ladrillo -la fatua denominación de G-14 es una argucia retórica que nos indica el modo altanero de gestionar sus negocios- se ha descolgado con una nueva declaración atrabiliaria y nuncabajista, mientras mantienen la expectativa de construir 450.000 viviendas nuevas anuales sin haber vendido el stock que aún tienen en el frigorífico. Este interesado ruido de fondo afectará a la cohabitación entre los dos líderes políticos que tendrán que gestionar el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.