El desenladrillador que desenladrille
Fernando González Urbaneja/ abc
En una de las crisis anteriores un banco experimentado constituyó Sodeprosa, acrónimo de «solución de problemas s.a.». Un nombre de sociedad mercantil que define el objeto social y el encargo a los gestores: resolver los «marrones» transferidos por el banco para convertir en dinero, en materia prima útil, lo que antes era un activo improductivo, un problema. Y entre los problemas abundaban los inmuebles, resultado de hipotecas sin pagar o de ejecución de créditos no atendidos que concluían con la adjudicación de activos.
Ahora entramos en otro momento «sodepro», cuando las entidades financieras necesitan sociedades especializadas en la gestión de quebrantos para recuperar de lo perdido lo que sea posible, que en ocasiones puede llegar a ser más que lo perdido, si hay tiempo y paciencia, o bastante menos de lo comprometido cuando la necesidad obliga. La experiencia dice que con gestión inteligente, y con la suerte del cambio de ciclo, los problemas se convierten en oportunidades.
Un impagado empieza como tragedia que altera la naturaleza del negocio: recuperar los créditos perjudicados multiplica el riesgo, porque no cobrar los intereses es muy malo para el acreedor, pero perder el principal, además de intereses y comisiones, se convierte en catástrofe. Pero la tragedia puede llegar a ser un negocio aceptable si las garantías del impagado compensan lo perdido con sus intereses, incluso incrementados por el disgusto.
Los bancos han otorgado durante años, todo lo que va de siglo, créditos con largueza y prodigalidad, con acogida amistosa a quienes los aceptaban. Ahora no, miran con desconfianza a quien busca financiación y le piden más garantías de las imaginables. Han cambiado las circunstancias y la actitud, lo que antes eran facilidades ahora son recelos.
Y esos mismos bancos saben que muchos deudores van a ser impuntuales en los pagos e incluso morosos que se convertirán en fallidos. Y a falta de la puntual amortización llegan las ejecuciones de garantías y las adjudicaciones de activos. Los bancos volverán a ser forzosos propietarios de inmuebles lo cual es un engorro, pero también una oportunidad si hay una gestión eficaz que sabe utilizar la virtud de la paciencia.
Las carteras de inmuebles en venta de los bancos y de sus «sodepros» van a engordar con el paso de los meses y con ellas resucitarán las habilidades para convertir los muertos en vivos, los activos improductivos en recursos líquidos. En la primera fase, lo estamos viendo en Colonial, Fadesa... Los bancos reclaman más garantías, más compromisos, para inmediatamente entrar en la fase «sodepro» de adjudicación preferente, de obtención de ventajas, de anticiparse a los disgustos; para a continuación entrar en la fase de realización y de venta. Algunos bancos se quedarán con activos que vendieron más caros, ventas financiadas por ellos mismos que van a tener que recuperar para no salir trasquilados del viaje. Habrá de todo, operaciones exitosas y fallidas; fiducias descubiertas y favores que se convierten en todo lo contrario. Lo importante es que el saldo medio final no arrastre la solvencia del sector financiero, al margen de episodios de desastres individuales. De otras crisis muchos salieron fortalecidos, y con esta puede ocurrir otro tanto. De buscar clientes a los que otorgar crédito los bancos han pasado a perseguir garantías y a evitar tener que ejercerlas para alimento de las «sodepro» de turno.
Etiquetas: burbuja inmobiliaria, cambio de ciclo, crisis de liquidez, endeudamiento de las inmobiliarias
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home