Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

sábado, noviembre 03, 2007

Con ojos extraños. La calidad de la vivienda

DENUNCIAS POR VIVIENDA

Hace unos meses, cuando aún pocas personas advertían de los riesgos de la construcción alocada de vivienda que se estaba ejecutando por todo el país, con amplia y consensuada impunidad, paseando con una amiga extranjera, X., por una calle de Granada, hizo un comentario que me hizo gracia y al que entonces no reconocí en toda su gravedad, en toda su realidad.

Al hilo de los pisos, cómo se habían puesto por las nubes, lo difícil que era alquilar uno que estuviese bien, que no fuese un timo en su precio, me dijo.

Ella vivía de alquiler, sola (solía alquilar una habitación), en un amplio y laberíntico piso en un barrio céntrico, no lejos del cauce del Darro, su ronco murmullo, poblado por rumanos y marroquíes y, por tanto, en un piso de renta baja en un portal agradable, bullicioso y soleado; compartía piso con Lúa, su gata, y una tortuga a la que sólo logré ver las patas bajo un tresillo.

Me dijo: lo triste es que aquí construís, no sé, más bien al revés, no sé cómo aislan las viviendas pero, aquí en Granada, como en Almería, los pisos son fríos en invierno (hay que caldearlos) y sofocantes en verano (hay que salir a la calle, refugiarse en algún rincón en penumbra, principalmente de una construcción antigua).

Al revés.

Unos meses después viajé a Piedrahita, en la provincia de Ávila, con unos amigos que habían heredado un piso de nueva planta de unos tío-abuelos que no habían tenido hijos. El piso había estado cerrado un año porque ambos habían ingresado en una residencia en un pueblo cercano, ya necesitaban ayuda; los dos habían perdido autonomía por distintas enfermedades. La vivienda también era destartalada, fría en invierno y calurosa en verano. Apenas tenía cinco años de antigüedad, pero ya habían aparecido las primeras humedades en las habitaciones que daban al norte mientras que el desagüe de los vierteaguas se había atrancado tres veces aquel año. El calentador estalló tras una helada de marzo. Y la chimenea rebocaba el tiro. Y me acordé del comentario de X.:

¿Cómo construimos, cómo aislamos? ¿Al revés?

Al llegar a la puerta del cine, X., envuelto su alto cuello en una bufanda azul, sentenció: "Si la gente cree que ha invertido bien en todos esos inmuebles defectuosos, los españoles estáis más locos de lo que creía".

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