Denuncias por vivienda

Contra la vivienda indigna. V de Vivienda. Todos juntos podemos.

martes, julio 22, 2008

Aprendizaje del sainete de Estepona

DENUNCIAS POR VIVIENDA

No deja de tener guasa que la anterior gerente de Urbanismo en Estepona -en la Costa del Sol, "Málaga, cantaora", que cantara Manuel Machado en un verso terso de "Canto a Andalucía" y que cantara en "Casablanca" con su hermosa voz El Lebrijano- fuese la hija del Presidente del Senado mientras que su sustituta vaya a ser, según anuncia la prensa, la sobrina del Presidente de las Cortes. Ni a Carlos Arniches, harto de tripi, hubiera podido ocurrírsele un acabado teatral más perfecto para representar una obra menor. Pero es que ya no tocan sainetes... no vaya a ser que nos pongamos a preparar cartuchos de dinamita con la copla. Estepona, en la linde con Marbella, siempre en la orilla de una playa descuidada que, por seguir poetizando sin mala uva, ha sido bellamente rescatada sólo por Chico Ocaña, quien toma prestados unos versillos al viajero inglés Richard Ford: "Ay, Marbella, pero mira / que ¡eres bella! / Que el que entra con capa / sale sin ella". Y es que, pese al paso de los años que son siglos, no aprendemos, pese a que el vestido del traje del emperador esté lleno de remendones y se le vean las costuras, no lo vemos. Además de cosmética, retenes del partido y ladrillos bajo sospecha... se necesita participación ciudadana en los municipios, menos elites, salvo las electas, y menos cargos de confianza, salvo los cargos técnicos, y más voces, otras voces, que no sigan al dictado, previamente dictado que, a buen seguro, el espectador está deseando oír. Esa vía nos ha traído hasta este tsunami urbanístico. Si la democracia necesita apellidarse participativa para no perder su nombre es que hay que volver a las asambleas de barrio para criar alevines, jugando con la, afortunadamente multirracial y afortunadamente más respetuosa con las diferencias de género, cantera. Y ya veremos si salimos... de este cuento de terror (banquero/periodístico/urbanístico). Ya hay algún banquero cántabro, patriotero cuando le conviene, amigo de sus amigachos y primero de sí mismo, que ha puesto pies en polvorosa antes y con tiempo, intentando quizás cambiar de madriguera, sin perder, aparentemente, crédito, y hasta tal vez crea que el eter le protege... ay, estos ricos, cuánta pobreza... eso sí, mientras la clá le ríe le gracia: ¡pero qué tío, un as!

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