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martes, mayo 06, 2008

La mala prensa frena la inversión internacional en España

Patricia Vegas/ eleconomista

Si Estados Unidos, el estandarte de la eficiencia, del buen control de riesgos y de la solvencia económica ha sido capaz de colocar las contaminadas subprime -hipotecas de alto riesgo- por todo el mundo, ¿que no podrá hacer el país de las castañuelas y panderetas?". Según Luis del Rivero, presidente de Sacyr Vallehermoso, ésta es la pregunta que hacen ahora los gestores internacionales cuando se les intenta vender algún activo que tiene sello español.

Las fronteras extranjeras ya no se abren con la misma facilidad a los productos nacionales que en los últimos años, un hecho que está frenando la captación de dinero foráneo. Esta mala prensa es la que ha provocado, en parte, que la colocación de las acciones de Itínere no haya salido adelante, ya que estaba suscrita a escala nacional, pero no contó con el apoyo de los inversores internacionales. Pero, ¿a qué responde esta reprobación internacional?

Consecuencias del boom inmobiliario

La primera razón se encuentra en los excesos vividos en los últimos ejercicios. El fuerte desarrollo del boom inmobiliario ha provocado que más del 18 por ciento del PIB español dependa de este sector, un porcentaje muy superior al resto de la zona euro, donde la construcción no supera el 5 por ciento de la economía.

En España se ha construido más que en Francia, Alemania y Reino Unido juntos. Además, 20 de cada cien empleos creados en los últimos siete años iban a parar a esta área, unos datos que ahora despiertan los recelos. La comunidad inversora asume que la economía no será capaz de seguir creciendo a un ritmo sostenido con el freno en seco que está sufriendo este sector.

Los datos así lo están demostrando: el paro ha crecido, el consumo ha bajado, la economía se ha desacelerado y la morosidad ha repuntado. ¿Otro ejemplo? Esta semana se ha conocido que Reyal Urbis, una de las inmobiliarias más grandes de España, ha vendido un 97 por ciento menos de viviendas en el primer trimestre de 2008.

A la débil situación económica se unen las actuales turbulencias financieras, que han desencadenado un endurecimiento de las condiciones del crédito, que aporta el oxígeno a la economía. La reducción del crédito podría acelerar la caída de los precios de la vivienda en términos reales, es decir, descontada la inflación, una consecuencia que podría contraer el consumo y la inversión inmobiliaria.

Repunte de la morosidad

A su vez, los gestores extranjeros miran con preocupación un posible repunte de la morosidad en la banca, sobre todo en la cartera hipotecaria. Por ahora, las entidades españolas cuentan con las tasas más bajas de impago de toda Europa, ya que no superan el 1,3 por ciento.

Este panorama de debilidad no ha pasado desapercibido para los órganos internacionales, que ya están recortando sus previsiones para el PIB español. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha rebajado sus estimaciones de crecimiento en seis décimas hasta el 1,8 por ciento, una cifra inferior a los pronósticos oficiales, que calculan incrementos del 2,4.

Otra de las causas que ha empañado la imagen es el gran número de casos de corrupción urbanística. Las recalificaciones de terreno, las licencias de construcción en zonas no urbanizables y los posibles tratos de favor a determinadas constructoras han llenado de denuncias los juzgados y han despertado el recelo de los inversores extranjeros a la hora de comprar una vivienda.

Pecar de soberbia

Tampoco hay que olvidar que a raíz del boom inmobiliario, la banca nacional puso en marcha la maquinaria financiera lanzando cédulas hipotecarias, unos instrumentos que se ganaron el privilegio de los mercados españoles, pero que fueron vendidos sin cuidar al inversor extranjero.

Aunque la situación actual es complicada para este tipo de activos, fuentes próximas al sector tampoco ocultan que se podía haber vendido mejor. "Ni los bancos ni los responsables económicos han sabido defender la buena salud del sistema financiero español", señala una persona cercana a este mercado. Y añade: "En los últimos años, las únicas entidades que emitían cédulas en euros eran las españolas. Esto les ha llevado a actuar incluso con cierta soberbia, a no cuidar a los inversores y a la banca de inversión, y ahora deben hacerlo obligados".

Y a esto se une la renovación del Gobierno en las pasadas elecciones, que según algunos gestores no ha agradado en el exterior. "Lo que está claro es que la renovación del PSOE en el poder no ha gustado y puede ser parte de la explicación de esta mala prensa ", comenta un analista.

Por ahora todo este descrédito nacional ya se ha llevado por delante una nueva víctima: Itínere, que no ha conseguido el necesario apoyo internacional para sacar más papel al mercado. ¿Será la última pieza que se cobrará, o habrá que lamentar más daños por los excesos de los últimos ejercicios?

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