Solbes y las ayudas al sector inmobiliario

EXPANSIÓN

Por si había duda de las tensiones en el seno del Gobierno por la eventualidad de ayudar con dinero público a las constructoras/inmobiliarias en apuros, la reflexión del vicepresidente Solbes ayer es bastante elocuente: “¿Debemos, como algunos piensan, actuar como en los viejos tiempos, con un respaldo del Estado a aquellas empresas que han apostado, de una forma más atrevida que otras, por ganar mucho dinero, cuando las cosas van mal? Desde luego, no es mi filosofía”.

Acierta Solbes al mostrar su “radical desacuerdo” a respaldar a las empresas del sector inmobiliario “cuando las cosas les van mal”. Varias y de calado son las razones que asisten a Solbes. Es cuestionable que el mismo Gobierno que ha demonizado la especulación inmobiliaria sienta ahora la tentación de destinar el dinero de todos los españoles a auxiliar a un sector que ha vivido una década dorada en la que se han cometido muchos excesos, que tarde o temprano habría que purgar.

En una genuina economía de mercado, la principal función de los precios es actuar como indicadores de escasez; si el encarecimiento de los inmuebles reflejó en su día un exceso de demanda sobre la oferta de viviendas, el estancamiento y previsible caída de sus precios es el síntoma ahora de un exceso de oferta. Y es ese exceso el que el mercado por sí mismo debe depurar. De lo contrario, ayudando con dinero público al sector, se estaría perjudicando a los propios contribuyentes por el mal uso de los recursos públicos; pero se daría la paradoja de que se perjudicaría en particular a los potenciales compradores de viviendas, en tanto que la mejora de la situación financiera de las inmobiliarias les daría margen para resistirse a bajar precios y dilatar los periodos de venta de sus activos. Además, el rescate del sector inmobiliario podría ser considerado ayuda de Estado.

Desde el comienzo de la legislatura, a Solbes le ha tocado el ingrato papel de apagar los fuegos prendidos por otros compañeros de Gabinete, aunque su desempeño ha resultado a veces infructuoso debido a los intereses cortoplacistas previos a las elecciones. Es de esperar que la voz de Solbes sea ahora tenida en cuenta, so pena de erosionar la credibilidad de España como economía de mercado. El sector debe afrontar su reconversión, por dolorosa que sea, y aceptar las reglas del juego.